Este año ha sido el primero en el que retirar los pocos adornos de Navidad que pusimos me ha producido tristeza. Soy de esas personas que una vez han pasado las fiestas no soporta ver ningún adorno típico de las fechas. Nunca he entendido a los que dejan el espumillón, el árbol...hasta más allá del final del mes de Enero.
Este año no hemos puesto árbol, decidimos que el arbolito (que compramos el año pasado, y que con muchos cuidados, he conseguido que sobreviva todo el año, y que incluso crezca,), se quedaría en el balcón y no se llenaría de bolas y minucias varias. Hemos puesto un árbol de madera, un buzón monísimo para las cartas a Santa Claus o Papá Noel, un Tió pequeñito...y algún que otro adorno más...y esta mañana me ha dado pena, mucha pena, volverlo a guardar todo. Supongo que el hecho de volver al día a día, con las perspectivas nada halagüeñas que tenemos por delante, con un semi-confinamiento que todos nos tememos que devendrá en confinamiento puro y duro dentro de nada, con una clase política que no da una a derechas(ni a izquierdas, parece ser que la pandemia ha unificado gilipollas de ambos bandos)...
...Con una vacuna que, a pocos días de estar disponible ya se ha visto que ni de coña serà el principio del fín de nada, que continuaremos todo el año a saber cómo, que las expectativas que ibamos tejiendo confiados en un futuro que veíamos mejor se han ido a tomar por saco después de que tras la primera ola haya habido una segunda sin que se haya aprendido una mierda, que vendrà una tercera, y una cuarta,y...
En fín, que entre contagios,nuevas cepas, negacionistas, plandémicos, enterados varios,desesperanzados,descreídos, resignados...vamos transitando este 2021 al que lo único que se le puede pedir es que nos deje transitarlo...